sábado, 12 de diciembre de 2009

El cielo de cerca.


“Salí a la calle y no vi a nadie, / salí a la calle y no vi a nadie, / ¡oh, Señor!, desciende por fin / porque en el Infierno ya no hay nadie.”
-leopoldo maría panero-


Me rosaban la espinas de la almohada, tu solamente gemías y gemías sin parar, sobre las paredes había sangre y esperma, debajo de la cama una escopeta y por encima, el cadáver del cachorro de león destripado.
salimos de la cama y susurraste: gracias
salí a la calle y me encontré con diversos fantasmas, uno de ellos se arrastraba por una migaja de pan, otro corría dispuesto a saltar la alambrada pero el más interesante se burlaba de una estatua.

Tu seguías allí, mientras te miraba me daba cuenta de que mis muñecas estaban desgarradas y cuando lo notaste corriste hacia mi desesperada, te arrodillaste y las lamiste mas que encantada y de nuevo susurraste: gracias
te observé con extrañes y asco mientras las gotas de sangre se derramaban en la nieve, tu no querías desperdiciar nada y todas las que caían te las tragaste.

Cuando terminaste corriste mas que asustada, solo comencé a caminar, me dediqué a observarlo todo y cuando me di cuenta todo estaba en tercera persona me sentí tan extraño, todo el mundo se había derrumbado, y ahora no eran mis muñecas, sino mis dedos los que estaban sangrando.
sólo me limite a recostar en feto sobre la acera y gritar al cielo: ¡gracias!.

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